Brasil tiene la capacidad física y tecnológica para convertirse en un referente en la producción sostenible de cereales, frutas y bioinsumos. China, por su parte, ha expresado una creciente preocupación por la sostenibilidad y la resistencia de sus cadenas de suministro. Como principal socio comercial de Brasil, orquestar estos intereses podría ser una situación beneficiosa para ambos países. Sin embargo, es necesario superar varios desafíos políticos e institucionales.