Un estudio publicado en Nature este mes por un grupo de científicos brasileños reveló que el Amazonas emite ahora mil millones de toneladas más de dióxido de carbono cada año del que puede absorber.
Para cambiar esta situación, debemos mejorar las inspecciones para combatir e inhibir las actividades ilegales que causan deforestación y delitos ambientales en la Amazonía; proporcionar incentivos positivos para el uso sostenible y las buenas prácticas en la silvicultura y la agricultura; apoyar a los pueblos indígenas y las economías de las comunidades locales; incrementar la transparencia y trazabilidad de los productos amazónicos; e involucrar al sector privado y la comunidad internacional en las finanzas verdes y otras soluciones ambientales.
Desde individuos hasta grandes organizaciones, debemos boicotear los productos e iniciativas que impulsan la deforestación y, en cambio, consumir productos y financiar iniciativas que mantengan el bosque en pie. Si las sociedades brasileñas y globales no se dan cuenta de la importancia de una Amazonía saludable en la lucha contra los efectos generalizados del cambio climático en la región, todos saldremos perdiendo.