La popular baya antioxidante crece en aldeas como Punã, a orillas del río Amazonas, donde los vecinos buscan cómo mejorar sus ganancias en negocios sostenibles que preservan la selva tropical.
El açai era un alimento de subsistencia hasta que llegó lo que De Souza llama “la revolución”: la electricidad, el frigorífico. Aquello le dio otra vida al alimento y a estas aldeas ribereñas que fueron creadas por los brasileños de otras regiones que vinieron a trabajar en el caucho a finales de XIX.
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