La industria maderera forestal aporta directamente US$661 mil millones al PIB mundial, pero más que lo duplica -alrededor de US$1,5 billones- en la cadena de compras de otros sectores y gastos salariales de los trabajadores del sector. En América Latina, los valores son entre US$ 46 mil millones y US$ 101 mil millones.
Estudios preliminares muestran que el 15% de los productos de madera exportados en el mundo (incluyendo celulosa y papel) tienen un origen ilegal, totalizando US$ 20 mil millones al año, según datos de 2018. La tendencia es creciente: desde 2000, el volumen ilegal ha crecido de 81 millones a 93 millones de metros cúbicos, en el promedio entre el peor y el mejor escenario. Brasil, China, Indonesia y Rusia son los más ilegales entre los 37 países analizados.
El informe Estado de los Bosques del Mundo 2022 indica que la proporción de impactos socioeconómicos indirectos es aún mayor cuando se considera el segmento de maderas no celulósicas y papeleras, donde se encuentra la mayor parte de la producción forestal natural en países tropicales como Brasil. “La imagen muestra la importancia de la gestión forestal para generar empleo e ingresos y erradicar la pobreza rural extrema”, dice Thais Linhares-Juvenal, jefa del equipo de Valores e Inversiones Forestales de la FAO.
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